La figura del monitor de sala tuvo su peso en diferentes gimnasios, sobre todo en una época dónde el bodybuilding era la disciplina más representativa de los mismos. Se supone que era alguien que rondaba por la sala y que te ayudaba a desenvolverte en la misma, corrigiendo la ejecución técnica y proponiendo ejercicios. Pero más allá de eso, y destacando la labor de alguien que dirija una sala de entrenamiento, surgen algunas preguntas que van un poco más lejos:
¿Y por qué de sala?
¿Y de qué sala concretamente?
¿Y por qué de esta sala y no de otra?
¿Y por qué no en mi casa?
Y sin ánimo de ser tendenciosos, no todo el mundo va a un gimnasio e invierte su tiempo para únicamente machacar el pecho ese día. Además..
¿Es eso lo que realmente busco?
Quizá, más allá de eso, lo más importante sea tener una visión de conjunto de todas las cosas que puedan influir para que entrenar y conseguir resultados lleguen a ser una realidad.
Hoy en día son muchos los métodos de entrenamiento que abarcarían diferentes áreas en un gimnasio aparte de los aparatos, y muchas más las herramientas disponibles para usar como barras, mancuernas, suspension training, kettlebells, cardiohiit, actividades dirigidas, plataformas vibratorias, etc.
En definitiva, sólo una buena “anamnesis” o exploración inicial puede darnos una idea más definida de qué plan es el que mejor se adapta a tus objetivos.
Hay que tener en cuenta cosas como:
Disponibilidad real de tiempo
Experiencia en la actividad física
Canal de comunicación
Objetivo realista, medible, alcanzable y retador
Sistemas de entrenamiento acordes a mis gustos y visión del fitness
Valor añadido que me motive y apertura a nuevos aprendizajes que me motiven
Adaptación del plan de entrenamiento a mis circunstancias personales
Patologías o disfunciones
Hábitos de vida
Conclusiones y reorientación de los ciclos de entrenamiento
Lo que a uno le ha servido no tiene que servirle necesariamente a todo el mundo y es ahí que cuanto más holística e integradora sea esta exploración, más probabilidad tiene de dar con la clave de lo que necesitas, sin tener verdades absolutas pero sí la disposición de cambiar y reorientar lo que no esté aportando a tu objetivo.
